Eran la tentación misma, encarnada en las célebres Playboy’s escorts. Estos clubes, con su lujo sensual y sus “conejitas”, han sido un imán para miles de hombres de todas las nacionalidades por varias décadas.
Divertirse en estas cadenas de clubes nocturnos y resorts era un “sueño húmedo” de muchos. Y fueron íconos de la cultura pop desde su fundación (Chicago, 1960) hasta que los tiempos cambiaron.
Y no solo la consideración sobre la mujer y su papel en la sociedad causó la debacle de este verdadero imperio editorial, de merchandising y sobre todo de imagen.
También la masificación de Internet dejó anticuadas a las publicaciones eróticas (aunque la revista Playboy siempre fue mucho más que eso, con contenidos realmente valiosos). También la vejez del fundador Hugh Hefner contribuyó a que el glamour fuera desapareciendo progresivamente.
Las Playboy’s escorts y la leyenda de un gran libertino
A partir del éxito de su revista, todo un símbolo de la liberación sexual desde del “Baby Boom” de la década del 50′, Hugh Hefner (1926-2017) construyó un emporio.
Cualquier entendido en marketing y comunicación podrá afirmar que se trató de un adelantado en la tendencia “transmedia” que se impuso muchos años después.
Porque él sacó del papel las fantasías eróticas que provocaba su revista en millones de hombres. Las corporizó en una cadena de clubes y resorts (además de su célebre “Mansión Playboy”). Y también en especiales para TV y producciones cinematográficas, rubro en el que también incursionó. Sin olvidar el multitudinario merchandising de toda clase de objetos con el celebérrimo logo del conejito con moño.
La “materia prima” de todo esto era el descarado erotismo (que coqueteaba con la pornografía, pero nunca cayó en ella) que exponían las “conejitas”. Algunas fueron sus parejas e incluso esposas. Dos de sus tres matrimonios fueron con chicas de ese grupo.
No faltaron escándalos, ni abundantes denuncias sobre abusos, mujeres drogadas, violaciones, controles de conducta que casi se calificarían de sometimiento a una suerte de semi esclavitud, etc.
Todo fue conociéndose al tiempo que la vida de Hefner declinaba. Y mientras, las creencias de la sociedad occidental viraban a una condena a la “cosificación” de la mujer como objeto sexual, con lo que (no lo neguemos…) Playboy contribuyó en buena medida.
Fin de ciclo y nuevo siglo
En 1986, Hefner anunció el cierre de los locales del Club Playboy que su compañía controlaba directamente. Eran los de New York, Los Ángeles y el fundacional de Chicago. Hubo unos 25 más, bajo licencia, que corrieron la misma suerte. El último (en Michigan) cerró en 1988. Adiós, entonces, a las queridas Playboy’s escorts.
En su momento, Hefner dijo que el concepto de Playboy estaba “pasando de moda”. Pero en 2018, poco más de un año después de la muerte del patriarca, reapareció el club en New York.
En un fastuoso local de 1.000 metros cuadrados, reabrió sus puertas y estableció una membresía prémium de… ¡250.000 dólares!. Que, por cierto, se agotaron en tiempo récord. Afirman haber recaudado 2.200.000 dólares en membresías.
Dato curioso: la reapertura del club parecerá una vuelta al pasado. Pero el 45% de esos derechos de participación fueron adquiridos por mujeres. ¿Signo de los tiempos?